El Diari de Tarragona publicó el pasado miércoles 29 de enero un artículo de opinión del doctor Guillermo Mena Sánchez, director de I+D de Fruselva:
¿Es posible frenar la obesidad infantil? La solución la tenemos en casa
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que, en 2030, más de 250 millones de niños y adolescentes en edad escolar serán obesos.
La obesidad infantil se ha convertido en uno de los mayores retos de salud pública en todo el mundo. Actualmente, más de 390 millones de niños y adolescentes de 5 a 19 años tienen sobrepeso, de los cuales 160 millones serán obesos. En Cataluña, esta problemática no es ajena, y la prevalencia de esta condición ha mostrado un preocupante incremento en las últimas décadas. Según los datos más recientes del Estudio de Salud Infantil de Cataluña (ESIC), la prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil en Cataluña alcanza cifras alarmantes, afectando aproximadamente al 25% de los niños y adolescentes.
La obesidad infantil es una grave preocupación para la salud pública debido a sus consecuencias tanto a corto como a largo plazo. Los niños obesos tienen un alto riesgo de desarrollar enfermedades crónicas en la edad adulta y está asociada a problemas emocionales, sociales y psicológicos.
¿Cómo frenar el avance de la epidemia?
El aumento de la prevalencia de la obesidad infantil es el resultado de una interacción compleja de factores genéticos, ambientales, conductuales y sociales. Entre los factores más relevantes se encuentran:
- Estilo de vida sedentario: El sedentarismo es uno de los principales impulsores de la obesidad infantil. El aumento en el uso de dispositivos electrónicos y la disminución de la actividad física han contribuido significativamente a este problema.
- Dietas poco saludables: Las dietas ricas en azúcares refinados, grasas saturadas y alimentos ultraprocesados, así como la velocidad en la ingesta, son otro factor clave. El consumo de estos está relacionado con el desarrollo de enfermedades metabólicas en edades tempranas.
- Factores socioeconómicos: Los niños de familias con menos recursos económicos suelen tener un acceso limitado a alimentos frescos y saludables, y una mayor exposición a alimentos procesados más baratos pero menos nutritivos. Los hábitos alimentarios de los padres y el entorno familiar juegan un papel fundamental en la formación de los comportamientos alimentarios de los niños. Además, el entorno social y escolar puede influir en los hábitos de actividad física y en las opciones alimentarias disponibles.
¿Tenemos la solución en casa?
Sí. Un enfoque crucial para la prevención de la obesidad infantil es promover hábitos alimentarios saludables. Los resultados científicos acompañan desde hace años la dieta mediterránea en la prevención y el tratamiento de la obesidad infantil.
¿Y el papel de la industria alimentaria?
La industria alimentaria tiene un papel fundamental en la lucha contra la obesidad infantil. La formulación de productos más saludables y la mejora de las opciones disponibles en el mercado pueden tener un impacto significativo en la nutrición infantil. En este sentido, el sector privado tiene la responsabilidad de innovar y crear alimentos que contribuyan a una alimentación equilibrada.
Un ejemplo de esta responsabilidad es nuestro proyecto FARO-i (Formulación Alimentaria para la Regulación de la Obesidad infantil), liderado por la empresa Fruselva, que se está desarrollando en colaboración con Ingredalia y los departamentos de investigación básica de señalización (NCS) de la Universidad de Barcelona y el grupo NUCOX de la Universidad de las Islas Baleares. Su objetivo es desarrollar productos alimentarios innovadores y saludables que ayuden a prevenir la obesidad infantil.
Estudios como los publicados en revistas científicas como The Lancet destacan la necesidad urgente de implantar políticas y estrategias de prevención y tratamiento. La obesidad infantil es una problemática urgente que requiere la acción conjunta de las autoridades sanitarias, las familias, los educadores y las industrias alimentarias.