Recientemente, la clasificación del jugo de fruta por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha generado debate en la comunidad científica y la industria alimentaria. La EFSA, en su informe de 2022 sobre la seguridad de los azúcares dietéticos, vinculó el consumo de jugo de fruta con un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y aumento de peso corporal.
La controversia se centra en las conclusiones del informe de la EFSA que no diferencian claramente entre los jugos de fruta 100% naturales y otras bebidas azucaradas. Esto ha llevado a que científicos y representantes de la industria, cuestionen la metodología y los hallazgos de la EFSA, argumentando que los jugos de fruta, cuando se consumen con moderación, pueden formar parte de una dieta saludable y ofrecer beneficios nutricionales significativos.
Los defensores del jugo de fruta señalan que estos productos contienen vitaminas, minerales y antioxidantes que no se encuentran en las bebidas azucaradas procesadas. Además, mencionan que los estudios que la EFSA utilizó para su evaluación no consideraron adecuadamente estos beneficios y no distinguieron entre diferentes tipos de jugos y sus efectos en la salud.
Por otro lado, la normativa europea actual sobre jugos de fruta, según el Código de Práctica de la Asociación Europea de Jugo de Fruta (AIJN), establece parámetros estrictos para garantizar la calidad y autenticidad de los jugos. Estas regulaciones incluyen prohibiciones sobre la adición de azúcar a los jugos de fruta y definiciones claras sobre lo que constituye jugo de concentrado y no concentrado.
La discusión subraya la necesidad de un enfoque más matizado y basado en la evidencia para evaluar los efectos del jugo de fruta en la salud pública. Los científicos y la industria alimentaria continúan abogando por investigaciones más específicas que puedan distinguir entre los diferentes tipos de productos y sus respectivos impactos en la salud.